―Ah.
Recuerdo haber sugerido que estaba listo para asentarme y tener mi propia
familia. Pero tú nunca te diste por aludida. Ni entonces ni ahora.
Su
estómago se dio vuelta.
nick se incorporó.
―Lo
siento. Estoy un poco quejoso y demasiado cansado para improvisar algo para
comer. ¿Qué tal si llevo a mis mejores chicas a cenar afuera?
―¿De
verdad?
―Síp,
mi propuesta. Un bistec y una cerveza fría suenan muy sabrosos.
―Hecho.
―¿Te
importa conducir? He estado en mi camión mucho tiempo hoy y estoy realmente muy
cansado.
Él
no le había recordado del largo tirón que hacía todos los días para no hacerla
sentirse mal, pero ella lo hizo igualmente.
―Me
preocupa que hagas ese viaje.
―No
deberías.
―Lo hago.
Prométeme que serás precavido. Prométeme que si estás demasiado cansado para
conducir me llamarás para que vaya a buscarte.
―Lo prometo.
―nick se paró y curvó la mano alrededor de la parte trasera de la cabeza de miley y la
besó―.
No estoy quejándome. Es sólo que el camino a casa para estar contigo parece
alargarse cada maldito día.
El camino a casa para estar contigo.
En ese mismísimo momento, su día, su mundo se sintió completo.
―Vamos,
vaquero. Si juegas tus cartas correctamente, podría incluso traer a casa una
rebanada de pastel de chocolate para que pueda cumplir con tu fantasía helada.
Eliza
durmió todo el camino hasta Moorcroft, permitiéndoles compartir sus respectivos
días. Desafortunadamente, la siesta de Eliza significaba que ella estaría
completamente despierta en el restaurante. Completamente despierta y
extremadamente irritable. Ellos se la pasaban de uno a otro, pero nada parecía
apaciguar a su gruñona hija. miley comió rápidamente mientras nick mecía y
persuadía a Eliza. Luego miley sujetó a la bebé mientras nick engullía su
bistec. Al segundo en que Eliza dio rienda suelta a un chillido de desasosiego,
ellos salieron del restaurante ante la maliciosa mirada de los clientes que
habían dejado a sus niños en casa para poder disfrutar de una cena tranquila
afuera.
―Supongo
que una cena con velas para tres no es algo que a ella le guste, ―dijo nick secamente.
El
viaje a casa no fue mejor. Eliza gritó en su asiento del automóvil. Gritó en la
casa. Se calmó el tiempo suficiente para beber un biberón, pero lanzó la mayor
parte de eso sobre nick. Tenía el rostro encendido y estuvo disgustada durante
su baño. Sus piernas pateaban, arqueando la espalda mientras nick le ponía ropa
limpia.
Durante
las dos horas de llanto sin cesar, nick no intentó pasarle la criatura
insatisfecha a miley. Y no fue debido a su obstinación masculina, sino al
deseo de nick de averiguar cómo tratar con Eliza cuándo ella no era toda
sonrisitas dulces y lindos arrullos infantiles. Lo que sólo hizo que miley se
volviera más loco por él porque el hombre nunca renunciaba, nunca tomaba una
forma fácil para salir de la situación, aún cuando estaba exhausto.
Después
de que Eliza finalmente cayó dormida, nick se tambaleó sobre el sofá al lado de
miley y gimió.
―Estoy
derrotado.
―Me
imagino. ¿A qué hora saliste para ir al rancho esta mañana?
―Cuatro
y media. En realidad me levanté después de que nosotros… ya sabes.
miley sonrío. ¿nick? ¿Tímido? ¿Después de todo lo que habían hecho juntos?
―¿Después
de que hicimos la cosa salvaje?
―Por
cuarta vez, mujer. Pienso que merezco
acostarme temprano esta noche.
―Pobre
bebé. ―miley le tomó la mano y besó sus nudillos―. Vamos afuera y siéntate en el
columpio conmigo. La luna es hermosa.
Él
abrió un ojo.
―¿Sólo
a contemplar la luna? ¿Sin juegos de manos? ¿Serás una perfecta dama?
―Si
eso es lo que quieres.
Caminaron
hacia el porche, tomados de la mano, y miraron la luna grande y gorda, una
esfera de oro que atravesaba el cielo azul de media noche. Una suave brisa
agitaba el persistente perfume a salvia mientras ellos ponían en movimiento el
columpio.
nick exhaló en un suspiro.
―Una
buena cosa acerca de ti es que no tienes el ganado por aquí todavía. Ningún
aroma a granja.
―Es
cierto. ―Ella
hizo una pausa―.
¿Todavía? ¿Estás pensando en traer a
casa animales de granja, Jonas?
―Seguro.
Le prometí a Eliza un pony. Creo que le prometí comprarle una Corbeta cuando
cumpliera los dieciséis años para persuadirla a dejar de berrear esta noche.
―Ingenuo.
―Bueno,
no surtió efecto, así que no creo que cuente. De cualquier manera, pensé en
hablar con Cord para que nos consiga un par de caballos de manera que podamos
montar cuando tengamos ganas. Y ese gallinero está en buena forma si quieres
probar suerte con la cría de pollos. Mamá tiene uno grande. Estaría feliz de
ayudarte a ponerlo en funcionamiento.
―¿Es
ahora donde haces una jugarreta como en “Plumas de caballo” para ingeniosamente irte a
la ciudad cuando te digo que sí a los ponis y a las gallinas?
nick se rió disimuladamente.
El
columpio rechinó cuando se mecieron. Los sonidos de noche los rodeaban en un
balsámico arrullo al aire libre.
Él
preguntó:
―¿Puedes
oler ese perfume dulce?
―Mmm-hmm.
Mraton de esta novela
1 comentario:
siguela prontoo porfaaaaas
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