¿Estás conmigo sólo por Eliza?
―Además,
la cosita dulce me dijo que tenía ganas de pasear en el camión.
Ella
se rió.
―¿Lo
hizo?
―Síp.
Le encanta Gretchen Wilson. Ya se conoce todas las
palabras de “Redneck Woman”.
Miley presionó la frente en el pilar de madera mojado por la lluvia del porche. Se
resistió a preguntarle si había agarrado la bolsa de pañales. O si había arropado
a Eliza ya que el aire de la noche estaba húmedo. O si sabía qué clase de leche
maternizada y pañales comprar. En realidad se resistió a preguntarle por qué no
le había pedido a ella que fuera también.
Porque
la soberbia verdad era, que nick no necesitaba que ella fuera también. Él podía
manejar cualquier cosa concerniente a Eliza, con o sin ella.
¿Por
qué ese pensamiento no la hacía feliz?
Porque
ella quería que él la necesitara, de la manera en que ella estaba comenzando a
necesitarlo.
―miley,
estamos en la tienda. Te veremos en un ratito.
Ella
apagó el teléfono y se quedó en el porche, absorbiendo la calidez de la lluvia,
sintiéndose desconcertada, y un poco desolada.
Las
luces iluminaron el camino de acceso. La camioneta de nick rodó hasta
detenerse. La puerta se abrió y una beba gimió. Miley bajó a toda prisa los
escalones del porche antes de que nick sacara a Eliza del asiento de automóvil.
―¿Qué
pasa?
―Está
disgustada conmigo por alguna razón. Gritó todo el camino a casa. Otra vez.
―Estoy
segura de que no es algo personal contigo, nick. ―miley desabrochó a Eliza, la levantó, y de inmediato Eliza se acurrucó contra ella y
dejó de llorar.
nick se congeló.
―¿Qué
hiciste para que se detenga?
―Nada
mágico. Debe ser suerte. ―Envolvió
la manta sobre Eliza para protegerla de la lluvia. Adentro, mientras esperaba
que el biberón se caliente, cambió el pañal de Eliza y le puso su pijama de
algodón.
Después
de tomarse el biberón, Eliza se quedó dormida como si hubiera estado drogada,
la boca lánguida, su oscura cabeza caída hacia atrás. miley la colocó en su cuna
y regresó a la cocina.
Nick estaba bebiendo una cerveza, contemplando hacia fuera de la puerta trasera.
Ella vio seis latas de leche maternizada, tres bolsas de pañales, cuatro litros
de leche, una bolsa de manzanas, un paquete de seis cervezas y un pastel de
chocolate.
Hmm.
Ella no le había dado una lista, y aún así, impresionante.
―¿Nick?
¿Estás bien?
―No.
Nunca me imaginé lo malditamente duro que es ir de compras con un bebé. Como un
imbécil la saqué de su asiento del coche, pensando que el asiento ocuparía
demasiado lugar en el carrito. Así que la estuve llevando en brazos, intentando
maniobrar el carrito con una sola mano. Logré llegar al sector de bebés y
cargué sus cosas. Para cuando llegué a la panadería, ella estaba gritando.
Siguió gritando en el sector de los lácteos. Gritó en la verdulería. Todos se
quedaban mirándome como si fuera el peor padre del mundo… o mirándola a ella
como si fuera una de esos niños malcriados que se escuchan por todo el
supermercado. Tomé las cervezas y me dirigí a la caja.
Él
vació la botella y la colocó sobre el mostrador.
―Y
Eliza era el maldito conejito de Energizer… simplemente siguió adelante. El
cajero no veía el momento de deshacerse de nosotros. Cargué la cantidad
lastimosa de verduras en el carrito y me di cuenta de que no lo podría empujar,
teniéndola a ella en brazos, y destrabar la puerta del camión, incluso si no
hubiera estado lloviendo. Tuve que pedirle al chico de las entregas a domicilio
que me ayudase. Con cinco bolsas piojosas.
Miley envolvió los brazos alrededor de su cintura, presionando la cara en la mitad de
su espalda, esperando estar dándole la mitad del consuelo desinteresado que él
siempre le daba.
―Ir
de compras es duro. Por lo general dejo a Eliza con India cuando voy a la
tienda en busca de provisiones.
―Me hubiese gustado saber eso. No, me alegro de
haber aprendido de primera mano lo duro que es hacer las cosas más simples
cuando estás acarreando con un bebé. ―nick giró dentro de su
abrazo y le inclinó la boca hacia arriba―. Lamento mucho no haber
estado aquí, miley. Para todo.
1 comentario:
siguela ya porfaaas
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