Él movió la lengua en el interior de su boca y ella gimió sin poder
evitarlo. Lo rodeó con los brazos y se apretó con fuerza a él...
A diferencia de los otros besos, ese rezumaba emoción y hacía que el corazón se le encogiera.
Apoyó las manos en su espalda y una fuerza que la hizo sentirse
segura y querida la invadió.
Su boca recorrió la de ella de arriba abajo, de dentro afuera.
Lenta y eróticamente. Dulce y enervantemente al mismo tiempo. Envolviéndola.
Era la última vez que se dejaba hacer eso.
La última vez que se abría por completo a él para disfrutar de
aquel momento y atesorarlo para cuando volviera a estar sola. Cuando deseara
las cosas que no podría tener. Como una vida con él y su hija.
Esa idea la sacudió hasta las entrañas.
Separó la boca de él y se apartó de sus brazos.
Se llevó con una mano temblorosa a la boca y lo miró a los ojos.
—No vuelvas a hacerme esto en la vida —susurró con la voz cargada
de pasión antes de darse la vuelta y huir a su dormitorio.
Él sabía a qué se refería. No quería que la besara de aquella
manera, como si lo sintiera. Que la abrazara como si nunca la fuera a dejar
marchar.
Él también había sentido la diferencia. El cambio en él y en ella.
Solo había sido un momento, pero había sido suficiente. Ese beso le había
llegado al alma. Lo había empeorado todo; pero no había podido evitarlo.
No había conseguido sacársela de la cabeza en cinco años y ahora la
iba a llevar en la sangre.
¿Cómo diablos iban a conseguir seguir viviendo juntos como si entre
ellos no hubiera nada?
Tenía lo que se merecía, pensó nick cuando, a la mañana
siguiente, miley le dedicó una mirada de hielo. Estaba muy enfadada, como si
la noche anterior hubiera traspasado una línea invisible en sus defensas. A
pesar de todo, el muro volvía a estar en su lugar, con la puerta bien cerrada.
Apenas había podido pegar ojo en toda la noche y, por las ojeras de
ella, parecía que le había sucedido lo mismo.
—Vamos a vestirte, cariño —dijo mientras sacaba a la niña de la
silla.
—¿Van a algún sitio? —preguntó él, dejando la taza de café sobre la
mesa.
—Al parque.
—Asegúrate de ponerle crema protectora porque…
—Ya lo sé —lo interrumpió ella sin mirarlo.
El silencio entre ellos se hizo muy espeso hasta que nick lo
rompió:
—miley, con respecto a anoche…
—No —volvió a interrumpirlo ella—; no quiero oír nada más sobre el
pasado, ni de anoche, ni de hace cinco años. Solo Carolina. ¿Está claro?
Se puso a la niña sobre la cadera y se marchó sin esperar
respuesta.
No iba a poder mantener las distancias si él se empeñaba en sacar a
relucir la atracción sexual entre ellos. Además, ahora no solo era la atracción
sexual. El beso de la noche anterior había sido muy diferente a cualquier otro
y le había asustado horrores porque la había hecho sentirse desnuda, vulnerable
y débil. Y también le había hecho desear una vida que no tenía nada que ver con
ella.
Ella estaba allí de paso.
Era una agente dela CÍA. Una especialista en vigilancia, y era muy
buena.
Si nick lo supiera, la echaría de allí inmediatamente.
No se había equivocado con él. Era un enemigo demasiado poderoso.
Especialmente, cuando la besaba como… como si la adorara. Como si quisiera algo
más de ella que revivir una noche pasada.
nick la siguió, mientras se ponía la chaqueta. Sabía que algo
había cambiado con aquel beso. Pero no quería pensar en eso; ya había
destrozado la vida de una mujer y no quería destrozársela a otra.
—Me marcho —dijo él.
Su hija llamó su atención y él se acercó a darle un beso.
—Hasta luego, princesa —dijo acariciando la cabeza de la niña y,
después, miró a miley.
Ella lo miró con los ojos de hielo y se volvió hacia las escaleras,
con el olor de la colonia de él en la nariz, sintiendo el calor de su cuerpo.
«Maldito sea», pensó para sí.
nick caminó hacia la puerta. Estaba a mitad de camino cuando algo
lo hizo pararse. Miró hacia atrás, por encima del hombro, sin querer reconocer
que necesitaba mirarla una vez más.
Aún de espaldas, ella radiaba una tensión distante hacia él; sin
embargo, Carolina reía y balbuceaba en sus brazos, sin darse cuenta del
problema entre ellos.
nick se preguntó, por enésima vez, por qué desaparecían todos sus
motivos para no involucrarse con nadie con solo mirarla. Tuvo que admitir que
miley era una debilidad con la que no había contado.
Y tenía que luchar contra ella.
No le iba a resultar muy fácil, se dijo al cerrar la puerta a sus
espaldas. Pero su vida con Jasmine era un buen recordatorio de lo infeliz que
podía hacer a cualquier mujer.
—miley, mira quién quiere unirse a la fiesta.
miley estaba en la piscina, enseñando a nadar a tres niños y
levantó la cabeza para mirar a Hope, la hermana de nick. La mujer señaló
hacia Carolina que estaba intentado salirse del parque.
miley sonrió.
—Dios mío. Todavía no sabe andar y ya quiere correr.
Le dijo a los niños que se sentaran en la piscina y fue hacia la
niña para apartarle la pierna del borde y decirle que eso no se hacía.
Carolina hizo un puchero.
—A mí no me mires con esa cara, jovencita —le dijo miley—.
Esto lo hago por ti.
La niña se sentó en el parque y comenzó a llorar desconsoladamente.
A miley le dio pena y la tomó en brazos.
2 comentarios:
siguela prontoo plis ahh siguela yaaaa
hahahhahaha... mala nana, mala madre!! xD aaww!! MILEY RECAPACITA!!
=D
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