—¿Estás bien? —le preguntó miley por encima de las risas de los
demás.
—Un poco mojado —respondió él con calma, pensando que parecía que
hacía semanas que no la tenía tan cerca.
—Bien —dijo ella soltando la chaqueta—. Te lo mereces por acercarte
a mí con tanto sigilo.
—No iba con sigilo, solo estaba quieto —protestó él.
Sus ojos se posaron en sus curvas redondeadas, después subieron
hacia arriba. A ninguna otra mujer en el planeta podía quedarle tan bien aquel
bañador, pensó él. Le provocaba visiones de cómo estaba sin él.
Miley podía sentir su mirada clavada en ella, quemándola, e
intentó ignorarla. Miró hacia Carolina, que estaba agarrada al borde del parque
y saltaba arriba y abajo. Después, vio a Hope, Portia y Katey, las tres con una
gran sonrisa en los labios. Les envió una mirada enfadada y salió de la
piscina.
nick se quitó los zapatos y los lanzó fuera, después siguió a
miley.
—Hola hermanita —le dijo a Hope cuando salió del agua.
Ella le sonrió.
—Bonita entrada.
—Deberías haberla avisado de que estaba detrás.
—¿Cómo íbamos a imaginarnos que se iba a volver de esa manera?
—dijo Hope, con la sonrisa todavía en los labios.
—Eso, nick, ¿qué le has hecho para que esté tan a la defensiva?
—preguntó Portia, mirando a miley.
—Nada —respondió ella, tirándole a él una toalla.
nick apartó la cara y agarró
la toalla con el ceño fruncido, preguntándose por qué estaba de tan mal humor.
Él era el que se había quedado sin un traje muy caro y tenía un aspecto de
tonto frente a cuatro mujeres.
—¿No deberías estar en el trabajo? —preguntó miley, recogiendo
la silla del suelo.
La abrió y la puso a la sombra, después entró en la cocina por la
comida de la niña.
—Parece que está enfadada por algo —se burló Hope de su hermano.
—Creo que no le gustan las sorpresas —respondió él, tomando a su
hija en brazos. Carolina tembló al entrar en contacto con la ropa mojada de su
padre, aun así, se abrazó a él y le dio un beso.
Él la dejó en la silla alta y le aseguró el cinturón.
Desde el interior de la casa, miley observó a nick.
Tenía el traje estropeado por su culpa; pero ella había actuado de
manera instintiva y había recordado demasiado tarde que no había nadie de quién
protegerse. Apoyó los codos en la encimera de la cocina, puso la cara entre las
manos y dejó escapar un profundo suspiro. Aquel hombre la ponía furiosa. Nunca
lo admitiría ante nadie, pero solo mirarlo la hacía pensar en todo lo que se
estaba perdiendo.
miley movió la cabeza enfadada consigo misma y pensó en su
trabajo, en su carrera dentro dela CÍAy en lo que había luchado para llegar
donde estaba.
Su trabajo era una mezcla emocionante de intriga y peligro. Era
digno. Un deber con su país.
El gusanillo de la emoción le recorrió el cuerpo y pensó que debía
volver cuanto antes a lo que mejor hacía: llevar un arma, dar órdenes y
capturar a «los malos». Afortunadamente, esa necesidad no había desaparecido
por lo que pensó que lo único que tenía que hacer era mantener a nick alejado
de su mente.
«Entonces, ¿qué pasa con tu corazón?», le preguntó una voz
interior.
Dios, realmente debía volver cuanto antes a su verdadero trabajo,
pensó agarrando el plato de Carolina.
Salió a la terraza y le dio el plato a nick.
—Toma, sé un buen padre.
—Lo siento —dijo él devolviéndoselo—. Tengo que cambiarme y volver
al trabajo. Solo había venido a comer con mi hija; pero no pensaba ir de cabeza
a la piscina.
—Ha sido culpa tuya, nick, no mía.
—Eres temible con una silla.
miley casi sonríe. Casi.
—Dile adiós a papá, cielo —le dijo miley a Carolina y se sentó a
su lado para darle la comida.
Hope miró a su hermano con el ceño fruncido, pero las otras mujeres
seguían sonriendo.
nick se sintió como un intruso.
Carolina chilló y le ofreció comida con los dedos. nick se
inclinó y la tomó.
—No te creas todo lo que mi hermana te diga de mí —le susurró a
miley al oído.
—¿Qué te hace pensar que vamos a hablar de ti?
—La conozco muy bien. Es curiosa por naturaleza.
—¿Tienes otras instrucciones?
nick sintió el hielo de sus palabras.
—Sí. Tranquilízate o te beso aquí mismo.
Los ojos de miley brillaron.
—No me amenaces, Jonas.
—No es una amenaza —respondió mirándola a los ojos.
Le dio un beso a su hija y después se incorporó.
—Encantado de verlas, señoras. Que se diviertan.
—Más de lo que imaginas.
—nick, ten cuidado de no dejar toda la casa llena de agua; la
mujer de la limpieza ha venido hoy.
—Sí, señorita —le dijo y le dedicó una sonrisa tan brillante que le
causó un gran impacto.
Miley se la devolvió.
Hope agarró el brazo de su hermano cuando este pasó por su lado.
—¿Qué hay entre vosotros?
—Nada —respondió él.
—Mentiroso. Es una mujer muy agradable, nick. Y si has decidido
salir de tu reclusión con ella, ten cuidado.
—¿Me estás advirtiendo?
—Claro que no. Pero, hasta ahora, te has portado como si la muerte
de Jas fuera culpa tuya.
—Y lo fue.
Hope negó con la cabeza con tristeza, alejándose aún más del grupo.
—¿Olvidas que yo la conocía muy bien? Ella quería que los
presentara. ¿Sabías que después de vuestra primera y única cita hablaba como si
todo vuestro futuro estuviera planeado?
La cara de él se tensó.
1 comentario:
ahhh me encantoo siguela prontoo plissss
Publicar un comentario