—¿Por qué no me dijiste todo eso antes? —preguntó en un susurro.
Ella dio un paso hacia atrás.
—Porque no estabas dispuesto a escuchar. Ella quería lo que Portia,
Katey y yo teníamos: una casa bonita y una familia. Creo que no le importaba
quién se la proporcionara o el orden en el que aparecieran en su vida. ¿Por qué
crees que yo no quería presentártela aunque la conocía desde hacía mucho
tiempo?
—Pensé que no querías que saliera con una amiga tuya.
—Te recuerdo que nunca saliste con ella. Un día, ella apareció y os
fuisteis a la cama.
Él sintió que se ponía rojo. Pero la verdad era que tenía razón. Lo
único que le había interesado de Jasmine era acostarse con ella. Quizá por
eso se sintió tan mal consigo mismo después. Jasmine era amiga de su hermana y
eso lo hizo sentirse peor.
—No importa, Hope. Yo me casé con ella porque estaba esperando un
hijo mío.
—Lo sé, lo sé; pero tú no fuiste el culpable de su muerte. Fue su
salud, no tú.
Él abrió la boca para decir algo y la volvió a cerrar.
Ya lo sabía. No era un idiot.a en lo referente a su esposa. Pero él
se fue a la cama con ella con la intención de despedirse a la mañana siguiente.
Era despiadado, pero era la verdad. Si no se la hubiera llevado a la cama, ella
no se habría quedado embarazada y la diabetes gestacional y la tensión no
habrían acabado con ella.
Si ella había planeado atraparlo, había hecho un buen trabajo; pero
había pagado un precio muy alto. Sin embargo, eso no cambiaba nada, porque, al
final, cuando estaba muriéndose, lo odiaba con toda su alma por no amarla.
—No me estás escuchando, ¿verdad? Lo puedo ver en esa mirada
perdida —dijo su hermana.
—Sí te he escuchado y sé que, si Jasmine viviera, ahora estaríamos
divorciados.
—¿Y…?
—Que no quiero volver a meterme en un lío de ese calibre.
—Chico, eres un rollo.
Él ahogó una risita y le dio un beso a su hermana.
Ella lo agarró del brazo.
—Hace mucho que no vienes por casa. Te echamos mucho de menos. ¿Qué
crees que necesitas para animarte un poco?
Antes de responder, miró hacia la piscina y su mirada se cruzó con
la de miley.
«A ella», se dijo para sí.
Ya habían pasado unos días desde el incidente de la piscina y
miley apenas había visto a nick. Afortunadamente, a quien sí había visto a
menudo era a sus nuevas amigas, con las que pasaba buenos ratos charlando.
Estaba empezando a gustarle demasiado aquella vida y cada vez le apetecía menos
llamar para saber si habían capturado a Mark o no.
Pero aquella era su vida.
Un día, cuando se quedó sola, conectó el ordenador para comunicarse
con su superior. Este le dijo que ya habían localizado a Mark y que le estaban
tendiendo una trampa para pillarlo pasando información. miley se ofreció como
cebo, pero su jefe pensó que Mark ya debía sospechar de ella y que volaría en
el instante en que la viera aparecer.
Tendría que seguir esperando, pensó más tarde, mientras daba un
sorbo a su té helado. Miró a Carolina, que había dejado sus juguetes en el
suelo y estaba paseándose, agarrada a los cojines, sofá arriba, sofá abajo.
Sonrió ante los esfuerzos de la pequeña y se recostó para disfrutar de la
tranquilidad del momento.
Entonces, escuchó el motor del coche de nick y se acercó a la
niña para limpiarle la carita. Cuando miley recuperó su posición, la pequeña
se volvió hacia ella. Estaba a varios centímetros de distancia, con la mano
tendida hacia ella.
«Va a empezar a andar», pensó miley.
En aquel momento, se abrió la puerta principal.
—¡miley! —llamó nick.
—Estoy en el salón —dijo ella intentando no asustar a la niña.
Cuando él apareció por la puerta le dijo:
—Agarra la cámara de vídeo, creo que va a dar sus primeros pasos.
Date prisa.
En un instante, nick apareció con la cámara.
—La tengo.
—Ven aquí —le dijomiley.
—¿Qué?
—Déjame que grabe yo —dijo ella, alargando una mano para agarrar la
cámara—. Tú extiende los brazos para que Carolina vaya hacia ti.
Él le dio el aparato y se arrodilló frente a la niña.
—Hola, princesa. ¿Qué estás haciendo?
La niña lo recompensó con un claro «papá».
—¡Oh, nick, mira qué sonrisa!
Carolina se soltó del sofá, mirando a su padre, y con los brazos
hacia arriba, para mantener el equilibrio, dio sus primeros pasos.
—Eso es, cariño, sigue un poco más.
La niña dio dos pasos más y cayó sobre sus brazos. nick la apretó
contra sí, riéndose.
—¿La has visto? ¿Ya es toda una campeona?
miley dejó la cámara en la mesa y corrió hacia ellos.
—Muy bien, cariño —le dijo a la niña, besándola. Tenía los ojos
llenos de lágrimas por la emoción.
Cuando se enderezó se encontró con la mirada de nick. Lo tenía
tan cerca que podía oler su aroma.
—Lleva toda la tarde practicando. Tenía la esperanza de que
esperara hasta que tú vinieras.
—Gracias por dejarla que viniera hacia mí.
—Bueno, eso es lo normal. Yo hago el trabajo duro y tú te llevas
las flores —bromeó ella.
—Cuidas muy bien de la niña, miley. Gracias.
—De nada —respondió ella.
Cuando fue a separarse, nick le pasó una mano por la cintura y se
lo impidió.
Ella posó las manos sobre su pecho.
—nick, no creo…
—No pienses en nada, miley. Por favor, no lo hagas.
Presionó la boca sobre la de ella y miley gimió por el cálido
contacto, intentando resistirse, pero incapaz de hacerlo.
Deseaba a aquel hombre. Lo deseaba más de lo que quería o de lo que
se podía permitir; por eso, no pudo evitar hundirse en el beso, recorriéndole
los labios.
Era como volver a casa y recibir una calurosa bienvenida, dulce y
tierna, y a la vez cargada de pasión.
2 comentarios:
Sariiiiiiiiiis esta nove me gusta muchoooo! te quedaron muy buenos los ultimos capiiis ... sigue asi!
ahh siguela prontoo plis siguela siguelaaaa
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