domingo, 15 de abril de 2012

no promises- capitulo- 20


Él le besó los dedos, las palmas, sabiendo que nada podría describir lo que estaba sintiendo, lo que acababa de suceder entre ellos. Ninguna palabra podría hacerle justicia.
Lentamente, se giró sobre su espalda, sin soltarla a ella. Quería permanecer así, eternamente. Con ella pegada a él como una segunda piel.
miley permaneció tumbada sobre su pecho mientras esperaba a que su mundo volviera a hacer aparición. Él le estaba acariciando la espalda y juntos dejaron escapar un suspiro de paz y satisfacción que, en lo más profundo, los asustó a los dos.
Un rato más tarde, miley se estiró. Los dedos de nick estaban ocultos en su pelo, jugando con sus rizos. Estaba tan a gusto que no quería moverse.
—¿Te peso mucho?
Él rió.
—Nada.
Ella levantó la cabeza y se encontró con sus ojos. Las entrañas se le encogieron al ver su mirada, llena de satisfacción masculina. Se incorporó un poco y lo besó.
Él le devolvió la caricia que no era otra cosa que un juego erótico de labios y lenguas que despertaban su cuerpo y acariciaban su corazón.
Cuando él volvió a reposar la cabeza en los almohadones, ella dejó la cabeza de nuevo sobre su torso desnudo y sudoroso.
—¿No tienes nada que decir? —preguntó ella.
—¿Estás buscando piropos?
Ella se rió, pero él no sonrió.
—Ya no hay vuelta atrás —dijo él.
—¿Quién ha dicho que yo la quiera?
Él la agarró bajo los brazos y la arrastró hacia arriba.
—Me alegro, porque solo estamos empezando.
—¿Empezando qué, Jonas? ¿Me vas a hacer el amor de nuevo?
—¡Vaya! ¿Así que has notado la diferencia?
Los ojos de ella brillaron.
—Claro.
Él se recostó sobre un lado para verle bien la cara.
—Quiero más que esto, miley.
—¡Jonas! —dijo ella con un dedo sobre sus labios—. Vayamos paso a paso.
Nick dejó escapar un suspiro. No esperaba ningún compromiso por su parte y, además, tenía razón. Una noche, una sola ocasión en la cama, no lo cambiaba todo.
—De acuerdo; pero hoy todavía no hemos acabado.
Ella sonrió y se preguntó adonde se había ido su fuerza de voluntad. Aquella que la ayudó a alejarse de él en Hong Kong. La garganta le quemaba porque sabía que, tarde o temprano, tendría que marcharse para volver a su vida real. Tendría que destrozar aquella maravillosa paz, una paz que nunca antes había conocido.
Estaba viviendo un tiempo prestado.
Y daría casi cualquier cosa para quedárselo.
Él se arrastró por debajo de ella y con la boca le capturó un pecho, excitando con la lengua el pezón antes de succionarlo con fuerza.
—Sabes muy bien —dijo él volviéndose hacia el compañero.
Con la mano le recorrió la columna hasta llegar a las caderas que apretó con fuerza contra las suyas haciendo que su erección aumentara.
Entonces ella se deslizó hacia abajo.
—¡Oh, no! —gimió él—. ¿Adónde vas, miley? —preguntó, aunque conocía muy bien la respuesta.
—Trabajos secretos, querido agente —dijo ella y desapareció bajo la sabana.




Nick sintió pánico cuando salió del cuarto de baño y descubrió que miley no estaba en la habitación. De ella solo quedaba la ropa, esparcida junto a la suya por el suelo. Se ató el albornoz y salió a buscarla.
La cuna de su hija estaba vacía, por lo que decidió bajar a la cocina. Cuando llegó al vestíbulo, percibió su voz y un agradable aroma a café.
miley estaba preparando el desayuno.
Llevaba zapatillas de deporte, unas mallas cortas de montar en bici y un top corto y ajustado. Para su propio deleite, el atuendo no dejaba ni una curva a la imaginación.
—En cuanto tu papi baje, nos marcharemos —le dijo a Carolina.
—¿Adónde?
miley se giró con la espátula en la mano como si fuera a utilizarla como arma.
—¡Dios mío, Jonas! No te acerques a mí con tanto sigilo.
—Yo no me he acercado con sigilo. ¿A que no, princesa? —le dijo a la pequeña.
La niña balbuceó algo con la boca llena de comida.
miley apartó la sartén del fuego.
—¡Vamos! Tú eres su padre, siempre te dará la razón a ti —dijo ella a la defensiva.
Riéndose, él se acercó a la niña para darle un beso y, después, miró a miley.
—¿No pensarás salir así?
miley se miró la ropa.
—¿Qué tiene de malo?
—Se te nota todo.
—Puritano.
Él le dedicó una sonrisa de las que cortan la respiración.
—Eso no es lo que me decías anoche.
—Anoche fue anoche.
Él se tensó, esperando ver que las puertas se volvían a cerrar. Temiendo que volviera a ser la Miley fría de antes.
Pero eso no sucedió.
miley caminó hacia él, le abrió el albornoz y lo rodeó con los brazos.
nick sintió que algo cedía en su interior. Cerró los brazos en torno a ella y la besó.
Después, la volvió a besar.
—Buenos días, cariño —dijo contra sus labios.
—Mmm —fue todo lo que ella consiguió decir al sentir su erección contra su cuerpo.
Sus entrañas le empezaron a arder.
—¡Dios, miley! ¡Cuánto te deseo!
—Ya me he dado cuenta —dijo ella frotando las caderas contra él, disfrutando de su cara de sufrimiento—. Pero me voy a correr un rato y me llevo a Carolina en la silla.
—¿Es que no has hecho ya suficiente ejercicio?
—Estoy lista para otra tanda, sin ti.

2 comentarios:

amorciegoniley dijo...

siguela yaaa porfaaaas

Mechame dijo...

hahahhahhah
-¿es que no has hecho ya suficiente ejercicio?-
xD hahahha... siguelaaaaaaa!!
=D