Era un modelo de belleza masculina,
todo fibra y músculos. Tenía los bíceps flexionados, ya que estaba apoyado
sobre los codos, y el deseo de acercarse para acariciarlos era tan fuerte que
casi le dolía el cuerpo. No tenía la más mínima duda de que serían duros como
una roca y tendrían la textura del satén.
Sus hombros eran increíblemente anchos
y los músculos que sobresalían hablaban de su fuerza, rapidez y agilidad. Sus
pectorales y sus brazos estaban igual de desarrollados y definidos.
Y su vientre… ¡Oh Señor! Esos
abdominales habían sido creados para dejar un reguero de besos húmedos sobre
ellos.
De forma inconsciente, su mirada se
deslizó por la delgada línea de vello de color oscuro que comenzaba bajo su
ombligo y descendía hasta desaparecer bajo los vaqueros. Por el tamaño del
bulto que se apreciaba en los pantalones, miley podía afirmar que estaba
generosamente dotado y que su interés hacia ella era más que evidente.
Y eso avivó aún más su deseo.
El color dorado de su piel desafiaba
las ideas que tenía acerca de los de su especie. ¿Cómo era posible que un
vampiro estuviera bronceado y su piel fuera tan incitante?
Pero más tentadora que la visión de los
prominentes músculos, que pedían a gritos ser acariciados, era la multitud de
cicatrices que lo cubrían. Daba la sensación de haber sido atacado por un tigre
enorme, o de haber sido azotado con un látigo en algún momento de su vida.
O ambas cosas.
Jonas se echó hacia atrás cuando Tate
se acercó y miley vio un pequeño símbolo que parecía haber sido grabado a fuego
en su hombro izquierdo; un arco doble con una flecha. Se encogió mentalmente al
imaginar lo mucho que le habría dolido y se preguntó si él lo habría consentido
o si alguien lo había marcado en contra de su voluntad.
—Me da la sensación, por tus
cicatrices, de que tus amigos vampiros no te cuidan demasiado bien —le dijo.
—¿Tú crees? —replicó él.
—¿Siempre es así de sarcástico?
—preguntó miley, dirigiéndose a Tate.
—En realidad creo que contigo estaba
siendo bastante agradable. —Tate estaba limpiando la horrible herida con
alcohol. Preparaba la zona para inyectarle una dosis de anestesia local.
jonas lo cogió por la muñeca antes de
que pudiera clavarle la aguja.
—No te molestes.
—¿Por qué? —le preguntó Tate con el
ceño fruncido.
—No me hace efecto.
miley se quedó boquiabierta.
Tate alargó el brazo para coger el
material necesario y comenzar a suturar.
—No puedes hacer eso —le dijo miley,
interrumpiéndolo—. Lo va a sentir todo.
—Necesita que le cierre la herida
—insistió Tate—. ¡Jesús! Si se le ven las costillas por el agujero.
—Sigue —le dijo jonas con una
tranquilidad que dejó pasmada a miley.
Petrificada, observó cómo Tate
comenzaba a coser y no pudo evitar hacer una mueca de dolor.
jonas mantuvo la mandíbula firmemente
apretada y no dijo nada.
Ella siguió observando el proceso. Se
le encogía el corazón al pensar en el dolor que debía estar sufriendo.
—¿No te duele? —le preguntó.
—No —le contestó él con los dientes
apretados.
Ella sabía que estaba mintiendo; sólo
había que fijarse en las venas que se marcaban en su cuello y en el modo en que
apretaba los puños.
—Toma —le dijo, ofreciéndole de la
mano—. Aprieta fuerte.
nick se quedó perplejo al sentir la
suavidad de la mano de miley bajo la suya. No recordaba la última vez que
alguien lo había tocado de aquel modo. Llevaba tanto tiempo siendo un Cazador
Oscuro que había olvidado lo que era la delicadeza.
Tate actuaba movido por la gratitud y un cierto sentido de la obligación.
Pero ella…
No había ningún motivo para que le
diera la mano. Apenas si le había dicho dos palabras civilizadas y, sin
embargo, allí estaba, cerca de él cuando nadie más lo habría hecho. La
situación empezaba a despertar extraños sentimientos en él. Le daban ganas de
protegerla. Y sentía una enorme ternura.
Pero no era sólo eso, había mucho más;
una simple caricia de miley lo abrasaba y le llegaba al corazón. Tragó
saliva y se puso rígido. No podía dejar que se acercara demasiado. Miley era una criatura de luz y él procedía de las sombras.
Eran incompatibles.
—Dime, ¿cuánto tiempo hace que eres un
vampiro? —preguntó ella.
—Ya te lo he dicho —le dijo él con la
mandíbula apretada—, no soy un vampiro. Soy un Cazador Oscuro.
—¿Y cuál es la diferencia?
nick la miró con severidad.
—La diferencia está en que no tengo por
norma asesinar humanos, pero, si no dejas de interrogarme, es posible que haga
una excepción.
—Eres una insoportable Criatura de la
Noche.
—Yo también te quiero.
Miley le soltó la mano.
—¡Ah, con que de eso se trata! —exclamó—.
Sólo estaba tratando de consolarte. ¡No lo permita Dios! Deberías dejar que la
gente fuese amable contigo de vez en cuando.
Irritada, se dio cuenta de que Tate la
miraba sorprendido.
—¿No puedes cortarle el brazo, ya que
estamos, para que pueda librarme de él?
Tate soltó un bufido.
—Podría hacerlo, pero creo que lo
necesitará. Antes te lo cortaría a ti.
—¡Genial! ¿Pero qué eres tú, su Igor?
—Te has equivocado de película —la
corrigió Tate—. Igor era el lacayo de Frankenstein. Te refieres a Rendfield. Y
no, no soy Rendfield. Me llamo Tate Bennett; juez de primera instancia e
instrucción de este distrito.
—Ya había imaginado lo de tu trabajo.
Es bastante obvio, ya que estamos en un laboratorio muy frío, lleno de muertos.
Tate alzó una ceja.
—¿Y tú lo llamas sarcástico?
nick dio un respingo al sentir que
Tate tiraba demasiado fuerte del hilo.
—Lo siento —se disculpó miley—. No lo
distraeré más.
—Te lo agradecería.
Una vez que Tate hubo finalizado,
nick volvió a colocarse la camisa y el abrigo. Se bajó de la camilla dejando
escapar un imperceptible siseo, el único indicio de que le dolía el costado.
El busca de Tate comenzó a sonar.
—No tardaré. ¿Necesitáis algo, chicos?
—Estoy bien —le contestó nick—. Pero
ella necesitará algo para desayunar y un teléfono.
miley arqueó una ceja al escuchar
sus palabras. ¿Por qué la dejaba ahora utilizar el teléfono?
Tate limpió todo el desorden con
rapidez.
—El teléfono está en la pared del
fondo. Marca el nueve para conseguir línea con el exterior. Cogeré algo de la
cafetería y regresaré tan rápido como pueda. Quedaos aquí y cerrad la puerta
con llave.
Tan pronto como se quedaron solos,
nick se movió para que ella pudiese sentarse en el banquillo que había junto
al teléfono. Parpadeó varias veces y se frotó los ojos, como si fuesen
demasiado sensibles a la luz de los fluorescentes.
—Necesitamos un plan —le dijo en voz
baja—. ¿No conocerás a alguien en la ciudad que sepa el modo de romper unos
grilletes forjados por un dios griego?
miley sonrió; se estaba acostumbrando
a su sarcasmo.
—En realidad, creo que conozco a
alguien.
6 comentarios:
ah buensisiisma siguela pontoo plisss
ahhhhesta buenisisima siguelaa
ahh me encantoo amix buenisisisima buenisisisimaa aawww mujer hahah canantee
SIGUELA SIGUELA SIGUELA HERMOSA
AHH ESTA BUENISISIMA AMIXXX
Y CARTER GRR
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